jueves, 30 de agosto de 2007

Más sobre la muerte súbita del deportista

Después de la muerte de Antonio Puerta y la conmoción generada en el mundo del deporte, todo el mundo intenta analizar las causas que han dado lugar a ese fatal desenlace y las formas de intentar prevenirlo.

En el diario El Pais hay un artículo de Carmen Adamuz que transcribimos y lo hacemos porque Carmen Adamuz es cardióloga, que en su momento ha dirigido el Centro Andaluz del Deporte y porque ha estudiado y publicado con anterioridad artículos específicos sobre la muerte súbita del deportista. Dado su conocimiento sobre el tema que nos ocupa, he pensado en publicar este artículo en el blog.

Hay que decir que las recomendaciones finales no son aplicables al caso de Antonio Puerta, ya que el Servicio Médico del Sevilla utilizó el desfibrilador para revertir las 2 paradas cardíacas que según mi información sufrió el jugador en el vestuario.


Artículo publicado en El Pais. Si quieres verlo en su propia web, puedes clickar en el siguiente enlace.

Hace falta una norma

Aunque la práctica deportiva forma parte de las recomendaciones saludables tanto para la prevención como el tratamiento de numerosas enfermedades, frente a las cuales puede incluso reducir la mortalidad, el deporte de competición supone un incremento de 2,5 veces el riesgo de muerte súbita entre los deportistas en relación a otros jóvenes. La causa de esta paradoja está en que estas muertes, en un 90% de los casos, son debidas a la existencia de una enfermedad del corazón que no había sido diagnosticada. En estos casos, el deporte per se no es la causa de la muerte súbita, pero actúa como factor desencadenante.

La causa mas frecuente de muerte súbita del deportista joven son las enfermedades hereditarias. Aunque existen muchas diferentes, la muerte siempre ocurre por un mecanismo común, esto es, una arritmia ventricular maligna que es la que conduce al exitus. Fútbol y ciclismo son las dos modalidades deportivas en las que se producen más muertes súbitas.

La enfermedad responsable con mayor frecuencia en nuestro medio es la displasia arritmogénica del ventrículo derecho, mientras que en EE UU es la miocardiopatía hipertrófica. La particularidad de estas dos enfermedades es que, si bien se nace ya con los genes que las transmiten, puede no desarrollarse hasta la adolescencia o la edad de adulto joven, y es por eso por lo que fácilmente muchos deportistas que las sufren no han sido diagnosticados. Otras enfermedades, como anomalías congénitas de las arterias coronarias y otras causas de arritmias malignas, pueden producir muerte súbita a cualquier edad, ya desde el nacimiento. La conmoción cardiaca que se produce tras un golpe en la región anterior del tórax es igualmente causa de muerte súbita, ya que el impacto puede producir una arritmia cardiaca y causar así el fallecimiento súbito del deportista.

Según la Sociedad Europea de Cardiología, estas muertes súbitas podrían prevenirse en un porcentaje cercano al 80% mediante la realización de un reconocimiento médico sencillo, en el que junto a la historia clínica del deportista y los antecedentes de la familia, incluya la realización de un electrocardiograma. Iguales recomendaciones son también dadas por el Comité Olímpico Internacional desde el año 2004. La experiencia de Italia, donde es obligatorio este reconocimiento desde los años ochenta, avala estas recomendaciones, ya que la estadística de muerte súbita en deportistas en Italia ha mejorado sustancialmente.

En España aún no existe una norma de carácter nacional ni autonómica que obligue a la realización de un reconocimiento médico a todos los deportistas de competición, quedando a criterio de las diferentes federaciones o clubes la realización de los mismos y sus contenidos. Es de esperar que en cumplimiento de la Ley Orgánica de Protección de la Salud y Lucha contra el Dopaje, aprobada en noviembre del 2006, la subcomisión de Protección de la Salud implante en nuestro país las adecuadas medidas de prevención y lucha contra la muerte súbita en el deporte, que pasan en primer lugar por regular adecuadamente la realización de reconocimientos médicos obligatorios y adecuados a los deportistas. Igualmente debe contemplar otras medidas adicionales como la disponibilidad de desfibriladores semiautomáticos en las instalaciones deportivas (aparatos de sencillo manejo que mediante una descarga eléctrica pueden cortar las arritmias malignas y evitar la muerte súbita, y cuyo coste oscila entre dos y tres mil euros) y la formación del personal del entorno deportivo en el uso de estos dispositivos, para lo que apenas se requiere un curso de unas horas. Éstas son algunas de las verdaderas formas de protección de la salud de los deportistas, el bien más preciado de nuestro deporte.

Carmen Adamuz es cardióloga y ha dirigido el Centro Andaluz de Medicina del Deporte.

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